Semana 1

BITÁCORA 1

Mi primera clase de 7 de toda la semana

Eran las 6:20 de la mañana cuando llegué a la universidad. Estaba haciendo tanto frío que, literalmente, se me congelaron las manos. Fui a Café Bolsa para encontrarme con Mateo y hablamos mientras hacía la fila para comprarse algo de comer. Cómo ya es costumbre, él nunca desayuna. Recibió su comida y salimos para clase. Al llegar al salón ya estaba el profesor y dos compañeras. Nos sentamos en los últimos puestos por decisión de Mateo y seguimos hablando en lo que empezaba la clase. Esperamos aproximadamente 15 minutos e iniciamos. 

 

La clase inició de una manera muy particular, lo cual captó mi atención en seguida. De las clases que he tenido en la universidad, pocas se toman el tiempo de conocer, aunque sea un poco, a su grupo de estudiantes. El profe Juan Sebastián, por su parte, hizo una actividad en la que tuvimos que sacar una hoja y dibujar un objeto que nos representara. El ejercicio más difícil que he hecho. Primero, no se dibujar y segundo dibuje un animal en vez de un objeto. Minutos después el profe recogió cada una de las hojas y nos explicó que a cada uno nos iba a entregar el dibujo de un compañero y debíamos tratar de describir su personalidad. En otras palabras, teníamos que escribir lo que nos transmitía el dibujo de su personalidad. Para ser sincera no fue trabajo fácil, ya que un dibujo puede representar muchas cosas. En mi caso, me tocó una persona que había dibujado un control de videojuegos. Mi primera impresión fue que tal vez no tenía muchas habilidades para dibujar, pero que era una persona determinada y que no se rendía fácilmente. A Mateo por su parte le tocó alguien que había dibujado un moño. Lo primero que a él se le vino a la cabeza fue la palabra “coquette”, lo cual me causó mucha gracia porque es un término que está en tendencia y que de la nada se empezó a usar. En cambio, yo en seguida pensé en Majo, que está en la misma clase, porque desde que la conocí usa ese tipo de moños. Por lo que, de alguna manera ayudé a Mateo a describirla. Una vez terminada la descripción teníamos que poner nuestra firma y el profe pasó recogiendo nuevamente las hojas. 

 

A medida que cogía una por una las hojas, iba dando un dato sobre la persona que lo dibujó basado en su grafología. Eso estuvo bien interesante. Me gustó mucho ver y poder conocer un poco a más a mis compañeros y descubrir que a través de un simple dibujo podemos expresar diversos aspectos de nuestra personalidad. Cuando salió el dibujo de la persona a la que le había hecho la descripción me sorprendí porque me lo había imaginado totalmente distinto. Aunque, según lo que él dijo, logré atinarle en varias cosas. Al momento de salir mi dibujo estaba ansiosa por saber cómo me habían descrito. Me describieron como a una persona que le gusta la naturaleza, lo cual es muy cierto porque amo con mi vida a los animales. También dijeron que era detallista y que tenía interés en la belleza. Siento que esto último se podría interpretar de distintas maneras, pero si lo relaciono en cuanto a cómo soy, diría que me intereso mucho en la belleza interior de cada persona. Suena demasiado cursi y cliché, pero las personas que entienden la importancia de esa belleza reflejada en el amor propio son con las que más conecto. Así mismo me describieron como alguien que cree en la libertad y que no es perfeccionista. Digamos que, en cuanto a la libertad, independientemente de cómo la hayan pensado, acertaron. Sin embargo, en cuanto a lo de no ser perfeccionista están totalmente equivocados. Soy excesivamente perfeccionista.  Con el pasar del tiempo, he tratado de mejorar ese aspecto, pues entendí a pesar de siempre querer dar más de mi porque siento que no es suficiente, al final todo el esfuerzo vale la pena. 

 

Una vez finalizada la actividad, el profe nos presentó el programa y las reglas de clase. “Siempre hay trancon en la autopista”, es lo que debemos tener en cuenta siempre para ir a clase de investigación social a las siete de la mañana. El profe es fan #1 de la puntualidad, así que esta es una de las reglas más importantes. Así como no hacer tareas de otras asignaturas en su clase o entrar y salir del salón a cada rato.  Posteriormente pasó a explicarnos la manera en la que los estudiantes aprenden. Esto fue otra de las muchas cosas que llamaron mi atención en esa clase. Inició hablando sobre “El Cono del Aprendizaje” de Edgar Dale. Este cono muestra el porcentaje de retención de información de acuerdo con la forma en que se presenta. El 10% es lo que leemos, el 20% lo que oímos, el 30% lo que vemos y el 50% lo que vemos y oímos. Esto en referencia a la actividad verbal y visual, las cuales son consideradas como una actividad pasiva. Por otro lado, el 70% se enfoca en lo que decimos, en la actividad participativa y receptiva las cuales se consideran como una actividad activa. 

El simple hecho de que el profesor se hubiese tomado el tiempo de entender cómo aprenden los estudiantes me hizo amar la clase porque se preocupa verdaderamente porque aprendamos y nos guste la clase y no solo por soltarnos un montón de información que muy pocas veces se guarda en nuestro cerebro.

 

De igual forma, nos habló de “La Taxonomía de Bloom”.  Si mal no recuerdo, el profe explicó que la taxonomía de Bloom tenía que ver con los objetivos de aprendizaje. Estos se dividen en habilidades de pensamiento de orden superior (HOTS) y habilidades de pensamiento de orden inferior (LOTS). En el orden superior se encuentran análisis, síntesis y evaluación y en el orden inferior conocimiento, comprensión y aplicación.

 

Finalmente, hablo sobre “The comfort zone” y como todo aprendizaje estaba fuera de nuestra zona de comfort. En general, fue una clase maravillosa.

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